Somos una organización independiente: evaluamos libremente tanto los proyectos a los que destinar los fondos como sus necesidades y decidimos también libremente qué asistencia les proporcionamos, sin estar condicionados por los intereses políticos, económicos o religiosos de los países donantes de fondos u otros grandes financiadores. Para ello, necesitamos independencia financiera, y por eso, la mayor parte de nuestros fondos son privados: en 2018, procedían de personas y entidades privadas que son socias o colaboradoras de El Camí de la Solidaritat. En 2018, el 95% de nuestros ingresos mundiales eran de origen privado y el resto correspondía a organismos públicos, como las agencias de ayuda humanitaria de algunos Gobiernos.
No aceptamos fondos que estén en contradicción con nuestra misión social y nuestro código ético (por ejemplo, de los Gobiernos implicados en un determinado conflicto). Por esta razón, toda financiación pública se examina caso por caso, así como la de fundaciones y empresas que puedan tener intereses en un determinado contexto.
Basamos la captación de fondos en las necesidades que vayamos a cubrir, según nuestras propias evaluaciones directas. Además, respetamos escrupulosamente el deseo de los donantes que deciden asignar su aportación a un proyecto o emergencia específicos; y si por alguna razón no pudiéramos respetarlo, nos comprometemos a pedir autorización a cada donante para destinar esos fondos a otros proyectos.
Nuestras finanzas están sometidas a estrictas supervisiones internas y externas: nuestras cuentas son auditadas y evaluadas anualmente y nuestros informes son públicos: somos muy estrictos con la ética del gasto y rendimos cuentas de forma detallada. Este ejercicio constante de evaluación, además de construir nuestra transparencia, nos permite mejorar la pertinencia y calidad de todo lo que hacemos.
Nuestra información financiera está disponible en las Memorias anuales de El Camí de la Solidaritat. Y más abajo puedes acceder directamente a nuestros balances.