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Conociendo a Oyirum. La lucha anticapacitista

  • ¿Nos podrías explicar qué es el capacitismo-sistema capacitista? ¿Cómo se relaciona con el sistema capitalista? 

El capacitismo es una opresión que sufrimos las personas discapacitadas por no tener las capacidades que se esperan productivas de nuestros cuerpos. El sistema está hecho por y para personas en la edad productiva, y ni los niños ni los ancianos están incluidos en este sistema porque no producen dinero. Nuestros cuerpos no se amoldan a los cánones esperados y es por eso que nos patologizan, nos medicalizan y nos aislan. El problema es que hemos estado reivindicando mucho tiempo esta exclusión y parchean la solución: nos permiten estudiar pero el entorno no está adaptado, nos peleamos con la dirección porque no nos ofrecen cuidadores para ir al baño, etc. Al final, aunque el sistema no te excluye directamente, todo está hecho para la exclusión.

Una solución que propone el sistema para las personas que tenemos la necesidad de asistencia de una tercera persona son las residencias para discapacitados, donde no eliges tus propios horarios, ni tus comidas: te tratan como si fuera una fábrica. En resumen, el sistema capacitista responde a las necesidades del capitalismo. que se basa en que todo el mundo esté siempre produciendo al 100%. Es una opresión que probablemente todo el mundo acabe sufriendo a causa de la vejez. El sistema lo ha intentado parchear con el infantilismo, la compasión y el paternalismo. 

  • ¿Por qué nos incomoda hablar de esta lucha? 

Creo que a la gente le da igual esta lucha y nos quitan la voz. Por ejemplo, el otro día estuve en una conferencia donde había un experto en discapacidad, que es un término que ni siquiera existe y provoca que nos infantilicen más y nos sigan quitando la voz. Por otra parte, existe una cultura de no querer ver a las personas oprimidas, porque desde el lado privilegiado no interesa. 

  • ¿En qué momento surge esta lucha? 

En mi caso ha sido un proceso muy paulatino. Cuando llegué a la universidad me uní a la asamblea de mujeres pero me sentía un poco sola. Aunque compartiéramos la misma opresión heteropatriarcal, mi situación era diferente, porque yo soy discapacitada y ellas no y había algunas cosas que no vivíamos igual, como la sexualización de mi cuerpo. Hablando con compañeras, entendí que la discapacidad es otra opresión y empezamos a buscar otras redes y luchas que hablaban del anticapacitismo. Dentro de la lucha hay dos movimientos, la radical y la social. Con la que yo me identifico es con la radical, y se basa en la idea de que es el entorno el que nos discapacita porque nuestro cuerpo está bien. El entorno es una construcción física del sistema y responde a la producción, y esta construcción ha dejado fuera a los cuerpos que no cumplían los cánones de la producción. Gracias a descubrir este movimiento, empecé a publicar en redes sociales contenido relacionado con el bodypositive, porque el capacitismo también genera un odio hacia tu cuerpo. Una frase muy capacitista del bodypositve es “ama tu cuerpo porque te permite hacer cosas”, pero no todos los cuerpos permiten hacer las mismas cosas. 

  • ¿Por qué nombrar personas discapacitadas y no diversidad funcional?

Es la pregunta del millón.  Hay mucho debate sobre este tema y no hay una respuesta universal. Mis compañeras y yo pensamos que debemos reapropiarnos de la etiqueta “persona discapacitada”, al igual que nos hemos reapropiado de nuestra sexualidad y género. Me parece hipócrita que la gente se describa por su profesión pero en cambio cuando nosotras nos nombramos como discpacitadas recibamos comentarios como “eres mucho más que tu discapacidad”. Otro tema es que la educación social obliga a nombrar 

“diversidad funcional”, ya que el Foro de vida independiente, que es un movimiento de discapacitados, empezó a promover esta palabra. El foro sigue la lucha del anticapacitismo social, que se basa en adaptar las leyes y el lenguaje y no eliminar la opresión desde la raíz. 

Es que acaso no somos todos diversos? Cuando no llamas a algo por su nombre invisibilizas la opresión y el dolor que estás viviendo y la lucha del colectivo. Frases como “yo no veo tu silla, solo te veo a ti” o “yo no veo géneros, yo veo personas” invisibiliza la realidad y la lucha. 

  • Discapacidad y sexualidad

Mi sexualidad es uno de los temas que estoy investigando y descubriendo ahora. Una de las opresiones como mujer discapacitada es la del heteropatriarcado, que le da valor y poder a las personas sexualmente activas. A las personas discapacitadas nos desexualizan, nos privan y nos hacen creer que nuestro cuerpo no es deseable. La forma de ligar no es la misma y, además, la experimentación con nuestro propio cuerpo, como la masturbación, es compleja. De hecho, hay muchas discapacidades que no permiten llegar a los genitales o moverse libremente. 

Yo, por ejemplo, debo evitar comprar juguetes sexuales de penetración porque no llego bien y he ido perdiendo fuerza. Es un tema muy complejo del cual me he intentado informar desde la adolescencia, pero no existe suficiente contenido. 

  • ¿Cómo se suma el hecho de ser discapacitada al de ser mujer? 

Una amiga dijo una vez que “las mujeres discapacitadas somos las no-mujeres”, porque no se nos sexualiza ni se espera de nosotras que hagamos los trabajos domésticos. Pero sí que tenemos más riesgo de sufrir maltrato en una relación, ya que nos han deteriorado mucho en la autoestima, nos han apagado la voz y no tenemos recursos para mantenernos a nosotras mismas. Cuando tenemos una pareja que nos cuida, nos vemos atadas a la relación y nos encontramos en una posición mucho más vulnerable. Los cánones de belleza nos pasan totalmente por encima y deslegitiman nuestro cuerpo.   

  • ¿Cómo es tu día a día en las redes sociales como activista?

Empecé a publicar en redes hace un año y medio. Desde la cuarentena empecé a publicar en TikTok y ya tengo 24.000 seguidores. Estoy aprendiendo a gestionar la comunicación y el tiempo, ya que cuesta mucho crear contenido, publicarlo y, a su vez, contestar a los mensajes. Además, formarme me ocupa el mismo tiempo que el trabajo activo de redes. A veces el activismo requiere un proceso de deconstrucción y me llevo muy bien con el retractarme, pero siento mucha alegría cada vez que publico contenido. Yo quiero seguir siempre con el activismo cueste lo que cueste, por la gente que he conocido, las ideas que me aportan y el constante proceso de aprendizaje: todo ello me nutre mucho. 

  • ¿Cuál es el mensaje o mensajes principales que quieres difundir con esta lucha?

Que todos los cánones son una cárcel para el cuerpo y la mente. Que todos los cánones sirven para que te amoldes. El individuo tiene sus tiempos, sus habilidades, sus deseos. Me he dado cuenta de que todas las opresiones que vivía son cánones: el estético, el sanitario (“has de estar siempre lo máximo saludable posible”), el del tiempo que corre y tienes la sensación de que tienes que atraparlo porque se te escapa. 

También hay que hablar sin miedo de la opresión. Hay que perseguir la utopía siempre, pero siendo consciente de que la estamos persiguiendo y llamar a cada cosa por su nombre. 

Por último, me gustaría hablar sobre el paternalismo. Un día en la residencia me estaba poniendo la chaqueta a mi manera y una mujer vino a ayudarme sin que yo se lo pidiera. En ese momento sentí que me estaban violentando, porque que hubiera venido a ayudarme significaba que me estaban viendo y sintiendo pena por mi, y no fui capaz de decir que no me tocara para no incomodarla. Lo ideal sería esperar a que la persona pidiera ayuda si realmente la necesita, aunque a veces sea complicado. Es un tema complejo, porque la comunidad discapacitada hemos crecido en un entorno muy machacador, y emocionalmente estamos muy tocados. Necesitamos empoderar a la comunidad en reafirmar nuestras necesidades, para que podamos empezar a pedir las cosas bien y nadie se anteponga a ellas. Se requiere de inteligencia emocional de ambas partes: por un lado, para pedir ayuda y, por el otro, para responder de manera correcta.

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